Belalcázar es un pueblo de la provincia de Córdoba.
Su término municipal limita; al norte con El Viso y Monterrubio de la Serena; al sur con el de Hinojosa del Duque; al este con El Viso; y al oeste con el de Monterrubio de la Serena.
Se encuentra situado en la comarca de Los Pedroches, a una altitud de 488 metros y a 104 kilómetros de la capital de la provincia, Córdoba. Hasta 1833 Belalcázar y su comarca formaban parte de Extremadura.
Belalcázar figura entre los pueblos monumentales de la Sierra de Córdoba, conservándose en ella edificios religiosos y civiles de gran importancia, tanto por su antigüedad como por su arquitectura.
EL CASTILLO DE LOS SOTOMAYOR Y ZÚÑIGA EN BELALCÁZAR-CÓRDOBA. España.
El Castillo está considerado como uno de los más importantes de la provincia de Córdoba, perteneciente a los condes de Belalcázar, donde tuvieron su residencia, al tiempo que da testimonio, junto con el convento de los franciscanos de la población, del gran papel que estos señores desempeñaron como mecenas de arquitectura y promotores del gótico tardío.
En este mismo lugar parece que hubo una fortaleza romana, continuada luego en época musulmana, de la que todavía subsiste testimonio en la cerca exterior.
En lo más elevado del montículo, en la segunda mitad del siglo XV, se construye el Bello Alcázar, que se llevó a cabo una vez que don Gutierre de Sotomayor, maestre de Alcántara, tomó posesión de la fortaleza en 1445, tras serle donada por el rey Juan II.
El castillo, de excelente cantería de granito, ofrece una disposición cuadrangular, con altos y robustos muros que aparecen jalonados por ocho torres prismáticas, en correspondencia con el centro cada uno de los flancos y las esquinas.
La torre del homenaje, emplazada en el muro oriental, tiene una altura de 47 metros.
El rasgo definitivo de este cuerpo alto son las garitas cilíndricas que, alternativamente, largas y cortas, se adosan a los costados y en las esquinas.
Sus superficies se aprovechan para unos gigantescos escudos de los Sotomayor con bandas traqueadas.
Ello contribuye sobremanera al ornato de la torre, lo mismo que las repisas de los garitones, características del gótico flamígero.