Decía Voltaire que “el verdadero viaje de descubrimiento no es buscar nuevas tierras, sino mirarlas con nuevos ojos”, y creo que tenía razón.
Viajar te hace descubrir que el mundo es más grande que tu pueblo y reconocemos que “nadie se da cuenta de lo hermoso que es viajar hasta que vuelve a casa y descansa sobre su almohada vieja y conocida” (Lim Yutang).
Entra en cada entrada y descubrirás la magia y el encanto de muchos rincones que te cautivarán. Sumérgete en cada rincón de una ciudad, sus Iglesias y Catedrales, sus monasterios, sus parques y sus fuentes…. Todo ello te ayudará a valorar la belleza y la grandeza del pasado y podrás admirar a nuestros mayores que nos legaron lo mejor de ellos mismos y su Patrimonio cultural y arquitectónico.
Conocer una ciudad o un país es descubrir su gente, sus costumbres, sus monumentos y su manera de relacionarse… por eso, como señalaba San Agustín, “el mundo es un libro y aquellos que no viajan sólo leen una página”. Nuestros mayores y antepasados nos dejaron sus monumentos y nosotros tenemos la tarea de conservarlos, valorarlos y admirarlos.
ESPERO QUE ESTE BLOG NO TE DEFRAUDE.
RENNES. Francia.
Rennes es la capital de Bretaña y está en el corazón de una región con una fuerte identidad cultural.
Un sistema de carreteras muy eficiente y totalmente gratuito permite llegar a los principales lugares de Bretaña.
Rennes tiene más de 2000 años y ofrece un patrimonio histórico y cultural muy rico.
Era un pacífico pueblo gaélico llamado Condate hasta que Julio César lo conquistó.
Los Romanos lo llamaron Civitas Riedonum e hicieron del pueblo una ciudad principal.
Rennes se convirtió en un centro comercial muy rico y se necesitó protegerlo contra las invasiones.
En la historia de la ciudad se encuentra la historia de Francia: los Habsburgos y la independencia, la rebelión del 1675 contra los impuestos, el incendio que cambió el aspecto de la ciudad reconstruida con calles rectas y perpendiculares en vez de las pequeñas y tortuosas que tenía antes, el principio de la Revolución 1789, el proceso Dreyfus y la campaña antisemita, la liberación desde Alemania en el 1944.
La Catedral de San Pedro está catalogado como Monumento Histórico
desde principios del siglo XX.
En la primera mitad del siglo XVI se comienzan los cimientos del
edificio actual después de dos sitios sucesivos de los siglos VI y XII.
Sobresalen las dos torres clásicas de granito de casi cincuenta
metros de altura.
La fachada revela cinco blasones que representan a las grandes
familias de la ciudad, y un frontón está en los brazos de Luis XIV.
En el interior hay un altar mayor románico, un gran órgano,
pinturas y grandes bóvedas.
Sobresale un retablo flamenco del siglo XVI, catalogado como
Monumento Histórico, con ochenta personajes tallados.
La bóveda semicircular está decorada con obras de Auguste Louis
Jobbé-Duval.
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